Novena a Nuestra Señora del Rosario. Día 08

Señal de la cruz

Por la Señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios Nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición

¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.

Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.

Oración inicial

¡Oh, Madre y clementísima Virgen del Rosario! Tú que plantaste en la Iglesia, por medio de tu privilegiado hijo Domingo, el místico árbol del Santo Rosario, haz que abracemos todos tu santa devoción y gocemos su verdadero espíritu; de suerte que aquellas místicas rosas sean en nuestros labios y corazón, por los pecadores medicina y por los justos aumento de gracia.

Día Octavo

«Ruega por nosotros pecadores».

¡Madre de piedad! A ti solo dijo aquel Rey soberano de la gloria: Tú eres mi Madre. Alcánzame humildad y plena confianza, dispuesto de este modo, con el auxilio de Dios, a recibir los favores de la Divina misericordia, por los méritos de tu Hijo y Redentor nuestro. Amén.

Súplica a la Virgen

Madre, una gracia te pido, que me sanes en cuerpo y alma. Sé que debo despojarme de mi orgullo y de todos mis pecados, que lejos estaba de ti, que un negro velo cubría mi alma. Hoy te descubro y quiero vivir. Detén tu mano y pósala en mi corazón. Amén.

(Menciona tus peticiones)

Rezar tres Padre Nuestros, tres Ave Marías y tres Glorias

Consagración a la Virgen

¡Oh, Madre, quiero consagrarme a ti! Virgen María, hoy consagro mi vida a ti. Siento necesidad constante de tu presencia en mi vida para que me protejas, me guíes y me consueles.

Sé que en ti mi alma encontrará reposo y la angustia en mí no entrará. Mi derrota se convertirá en victoria, mi fatiga en ti fortaleza es. Amén.

Oración final

Oh, Santísima Virgen, Madre de Dios, dulce refugio y consuelo piadoso de todos los afligidos. Por aquella confianza y autoridad de Madre con que puedes presentar nuestros ruegos al que es árbitro soberano de nuestro bien, intercede una y otra en favor nuestro. Consíguenos el reformar con el Santo Rosario nuestras vidas, estudiando en tan dulce libro la fiel imitación de tu Hijo Jesús, hasta que podamos adorarlo y amarlo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Señal de la Cruz

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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